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Mitos y falsas creencias sobre los controles de alcoholemia

La problemática la conocemos todos: el alcohol, como droga psicodepresora, influye negativamente en la conducción y puede ser una causa mediata en la producción del siniestro vial, incluso si se consume en pequeñas cantidades.

Sin embargo, desde que se realizan controles de alcoholemia en el país, parece haber conductores más preocupados por la multa que por sus vidas. Por lo que, sin conciencia, deciden manejar después de haber consumido, pero tomando ciertas “precauciones” para no ser descubiertos.

Recaudos creados a base de mitos y creencias populares, para “burlar los controles de alcoholemia” entre los que se encuentra: masticar granos de café, esperar una o dos horas antes de manejar, beber aceite, tomar pasta de dientes, comer pasto, chupar baterías de litio  o monedas de cobre, hacer ejercicio entre la primera y segunda prueba, orinar o vomitar para perder líquidos y soplar despacio por el alcoholímetro, entre otras locuras.

Al parecer, todo es válido para intentar eludir el resultado positivo en las pruebas para la determinación de alcohol a través del aire espirado en los controles. Pero la cruel realidad es que hacer este tipo de acciones sólo permite hacer el ridículo, ya que son absolutamente inútiles ante los sumamente precisos alcoholímetros.

Además, en caso que se haya producido un siniestro de cualquier tipo, la policía puede exigir un control por extracción sanguínea para constatar el resultado. Control imposible de manipular que, incluso, tendría que ser abonado por el conductor, si se confirma la ingesta y el grado positivo de alcohol en sangre.

Dejar de lado estos mitos y tomar real conciencia, entendiendo que los controles no son para “facturar”, sino para mantener la seguridad en las calles y en los propios autos, son la base para que cambiemos nuestro accionar. Entender que el alcohol afecta de forma negativa al cerebro al alentar el tiempo de respuesta para reaccionar ante cualquier imprevisto, afecta la vista, genera fatiga  y, en consecuencia, empeora las aptitudes del conductor al volante.

A cada persona le influye de manera diferente el alcohol en sangre, dependiendo de su edad, sexo y peso, de la cantidad y el tipo de bebida que consumió, del momento, del hábito de beber y del modo en que se ingirió. Pero lo cierto es que en todos, afecta de manera negativa, tanto en la vida, como al conducir.

En definitiva, no es cuestión de mitos y falsas creencias sino más bien de mentalizarse, como conductores, de los graves riesgos que tiene la conducción bajo los efectos del alcohol, ya que con una tasa de 0,75 miligramos de alcohol por litro en el aire espirado, el riesgo de sufrir un accidente mortal es veinte veces mayor que si no se ha bebido. Estas son las cifras que debes tener en cuenta, no las del monto de la multa.

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